martes, 6 de enero de 2009

Mis amores con Napoleona de Abel Soria

Cuando llegué a este rincón, dispués que anduve y anduve,
de las diez novias que tuve en toda la población,
se ganó mi corazón Napoleona Santa Cruz
que me marió con la luz de sus pupilas inquietas
y me hizo hacer más gambetas que carrera de avestruz.

Yo andaba atrás del arao cuando a lo lejos la vi
y jue cuando comprendí que ya estaba enamorao;
porque al mirarla embobao como el que ha visto visiones,
trompezaba en los terrones, se me ladiaba la yunta
y, al dar güelta en cada punta, eran puros camellones.

La vi por segunda vez en la estancia “el Sarampión”;
se divorciaba el patrón y armaron baile dispués.
Llegaban hasta de a diez, engualichaos de alegría
y el pago se divertía con música y tortas fritas
y las mozas más bonitas de toda la ranchería.

Pero al llegar Napoleona, con la mirada, nomás,
le hizo perder el compás al viejo de la cordiona.
Era un ángel en persona enviao desde el cielo santo.
Lástima que pal encanto de su cuerpo de barrica
la puerta resultó chica y tuvo que entrar de canto.

Cuando la invité a bailar dijo en tono lisonjero:
-"Güeno, por ser el primero no lo voy a despreciar.
Soy difícil pa lidiar porque estoy fuera de ensayo;
pero si me pisa un callo o me lastima un juanete,
ahí sí, del primer moquete garanto que lo desmayo".

Yo parecía una hormiga alrededor de una parva
porque apenas con la barba le daba por la barriga.
Me dijo: -"El güey se fatiga si la yunta es despareja…!".
Y pa hacer mejor pareja se dobló casi en cuclillas;
entonces yo, de puntilla, me le declaré en la oreja:

-"Mi ardiente pasión frenética y su fría indiferencia
son factores de influencia sobre mi estampa esquelética".
Le hablé cuidando la estética, con frases de alto copete.
Y me contestó: -"Rispete, dotorcito. ¿Qué se ha créido?
¿Qué por ser un mozo léido me va a agarrar pal chijete?".

Aunque vi la cosa oscura de tal manera insistí,
que al fin me dijo que sí, con romántica ternura.
Y al estrechar su cintura me suplicó, maliciosa.
-"no apure tanto la cosa que dispués mama me reta
y déje esa mano quieta que soy medio cosquillosa!".

Y me pidió: -"Por favor, le ruego que no comente
de que usté es mi pretendiente y que hemos hablao de amor.
No olvide que soy menor y me perjudicaría.
Cumplí treinta el otro día y los mozos me cortejan
pero en casa no me dejan tener novio todavía".

-"Entonces (le dije yo) preparate pa mañana;
te escapás por la ventana, juyimos y se acabó!".
-"Mañana (me contestó) en cuanto asome el lucero,
ensillá tu parejero y andá nomás por mi rancho;
si no se despierta el chancho te espero atrás del chiquero".

Sin embargo, al otro día pensé que con ella en ancas,
mi colorao patas blancas a gatas resistiría.
No quise hacer la herejía de cargar con su silueta
porque el mancarrón maceta se me iba a clavar de punta.
Entonces uní la yunta y me jui con la carreta.

Dieciséis años pasaron y vivimos muy felices;
tenemos doce gurises que del cielo nos mandaron.
Todos ellos adornaron como flores nuestro hogar
y nos queremos casar porque yo, principalmente,
tengo miedo que a la gente le diera por murmurar.

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