miércoles, 21 de enero de 2009

Ensillando de Pedro Risso

El sol que se ha despertao me manda una luz al cruce
al verme arreglarle el tuse a un flete oscuro tapao.
Es que pa dir al poblao saldré temprano del puesto,
y como es lindo el pretexto en semejante ocasión
con mi emprendao pobretón viá ensillar echando el resto.

En él no hay mucho valor porque el dueño es un resero,
pero a prolijo y campero puede arrimarse al mejor.
Cada prenda con mi amor les voy a dir detallando,
pa que vayan observando pilcha por pilcha en su aspecto,
o le saquen un defecto mientras que voy ensillando.

Primero la sudadera le asiento con gran cuidao
bien justo de cada lao para que no haga "bandera".
Al ponerse esa bajera siempre precauciones tomo,
porque el hombre muestra aplomo y hasta su ciencia resalta
cuando al pingo no le falta ni un solo pelo del lomo.

Pongo un mandil colorao y otro azul, de buena lana,
pa' que la gente paisana no vaya creerme un dejao.
Ser prolijo y delicao no es nada muy trabajoso,
y suele ser ventajosoy a que ande llegue a parar
siempre lo han de ponderar al criollo que es cuidadoso.

La carona nunca olvido por servicial y criolla
que parejita se apolla realzando el racao florido.
Todo gaucho presumido con ella el pilchaje entona,
porque un recao sin carona es verano sin chicharra,
o parece una guitarra que le falta la bordona.

Con la mayor sencillez pero realzando su estampa
le pongo una matra pampa cuidando cada doblés.
Y así convertido en juez que no perdona un descuido,
aunque he galopiao tupido con mi oscuro en ocasiones,
de la cruz y los riñones nunca lo vi dolorido.

Pongo los bastos, y veo que cada tapa de plata
es señal que los delata como prenda de paseo.
Al ponerlos me floreo y cuando los emparejo
entre el brillo y el reflejo me hacen ver de tal manera
como si el sol se viniera a mirarse en un espejo.

De anca 'e potro la encimera que un viejo me ha trabajao,
de un bagual bayo tiznao quebrao en la vizcachera.
Es fuertona su asidera y machazos sus corriones,
pa que aguanten los tirones porque el criollo siempre adujo
que hasta en las pilchas de lujo hay que tener precauciones.

Cincha muy bien trabajada de cuero crudo elegido,
hecha por un entendido pareja y bien macetiada.
Viene a copar la parada con apuros de apretar,
pero yo siempre al cinchar cualquier detalle contemplo,
como siguiendo el ejemplo del que me enseñó a ensillar.

De cerca, ó de medio lejos, mirando en forma segura
verán a la misma altura los dos estribos parejos.
La luna les dio reflejos una noche al contemplarlos,
y aunque a menudo se usarlo sen fiestas de tradición
de tan gauchitos que son me da pena de pisarlos.

Haciendo grupa al recao brillosas y tentadoras
le pongo las boleadoras en su lugar obligao.
Son como un certificao del tiempo que han recorrido,
y desafiando al olvidoho y brillan airosamente,
cual si el pasao, al presente, le echara una falta envido.

Un lazo bien trabajao mostrando su trenza blanca
le acomodo sobre el anca prolijamente arrollao.
En su trabajo esmerao, vistoso y de resistencia
en todo el tiro evidencia de la presilla a la argolla,
un sello a la mano criolla de lujo, de arte y de ciencia.

Como adorno superior después le pongo el pretal
porque pa mi es habitual salir como un gaucho flor.
Prenda de lujo mayor siempre mi atención reclama,
y entre el brillo que derrama de su patrón, con derecho,
justo en el medio del pecho va luciendo un monograma.

Recortao a la medida va un cuero negro gauchón,
blandito como un colchón de lana corta y tupida.
El sobrepuesto enseguida pongo con cierta cautela,
donde el carpincho revela su suavidad y sus matices
y un sinfín de cicatrices que parecen de viruela.

Doy una vuelta al cinchón y vuelvo a darle otra más
pa que no digan jamás que está ensillando un chambón.
Debe empezar de pichón quien se quiera destacar,
y en el diario trajinar algo nuevo hay que aprender,
porque dicen que el saber no ocupa ningún lugar.

El rebenque está conmigo y si ustedes no lo han visto
está siempre a mano y listo como si fuera un amigo.
Ha sido y es el testigo en cada ocasión que ensillo,
y mandón como un caudillo que de su fuerza alarde
colgado, se balancea, desde el cabo del cuchillo.

Formando un solo conjunto, rienda, cabezada y freno,
como en el día del estreno relumbran de contrapunto.
Mientras enfreno, repunto la manada de mis versos,
y haciendo algunos esfuerzos entre chiflido y chiflido
los traigo desde el olvido aunque se encuentren dispersos.

Bozal bien cáido al hocico dando al sol sus resplandores,
sumando sus pasadores como trescientos y pico.
Y así como les explico al seguir con mi tarea
el cabresto juguetea, mientras yo en la cogotera
con los botones pa afuera le prendo bien la manea.

Ponerle un recao a un flete parece cosa sencilla,
pero no cualquiera ensilla que ensillar no es un juguete.
Al que no sabe y se mete ya renegando lo siento,
pues nadie dirá que miento las molestias que ocasiona
si la mosca está bravona o si sopla fuerte el viento.

Pa que opine cada cual a su antojo y sin apuro
dejo ensillao a mi oscuro rienda arriba en el corral.
Y como a carta cabal soy criollo de campo afuera,
rogarle a Dios yo quisiera pa que el recao y mi pingo
no anden en manos de gringo el día que yo me muera.

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