martes, 3 de marzo de 2009

La culpa fué de los Reyes de Abel Soria‏

Juan Reyes, Francisco Reyes y Antonio Reyes, los tres,
después de arar y después de racionar a los bueyes
salieron a violar leyes por las ventanas del pago
dónde después del halago de una serenata en trío,
sí empezaban de amorío solían dejar el estrago.

Fueron a cantarle a Juana, mujer sensible a las trovas
que pese a sus diez arrobas era bastante liviana,
cantaron en la ventana golpeando de vez en cuando
y ella que estaba escuchando gritó al concluir la canción,
no pregunto cuántos son sino que vayan dentrando.

Aunque doña Inés la mama biombo por medio dormía
siendo sorda no sentía ni el chirrido de la cama,
la gorda sopló la llama del candil a kerosen,
y corrió el biombo también pues no ignoraba la gorda
que doña Inés era sorda pero veía lo más bien.

Cantar en aquel ambiente ya era correr con ventaja,
china audaz, ventana baja, vieja sorda y tata ausente,
y el terceto de repente se volvió un dúo feroz,
porque quedaron los dos que siempre desafinaban
mientras adentro mimaban al de la primera voz.

La ofrenda de aquel trovero se volvió canción de cuna
porque a la novena luna Juana tuvo un heredero,
fué al clarear un seis de enero y ella pese a su ignorancia,
supo en esa circunstancia que un camello de belén
puede suplantar muy bien a la cigüeña de Francia.

El tata regresó al pago trayendo unas bagatelas
pa' dejarle en las chinelas con el más paterno halago,
quería oficiar de rey mago pues resulta que la moza
con su cancha tenebrosa seguía creyendo en Gaspar,
en Melchor y en Baltasar cómo cuando era mocosa.

Dejó el regalo en secreto dentro de un sueco metido
y escuchó cómo un maullido que lo puso desinquieto,
penetró y estaba el nieto sobre unas cacharpas viejas,
empapao hasta las cejas y llorando de tal modo
que la vieja sorda y todo se tapaba las orejas.

El viejo inflando los fueyes gritó irónico y molesto,
los reyes te han dejao esto, sin juez sin cura y sin leyes?
Sí tata jueron los Reyes pero con mama adelante,
jue tan cortito y distante y había tanta escuridez,
que no sé cual de los tres habrá sido el causante.

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