martes, 31 de marzo de 2009

El ciego del oro de José Larralde

Ahí va el ciego del oro por la sombra
que a pleno sol le nace de la mente.
Camina por la estrofa de un mañana
cantada en el silencio de lo ausente.

Y se detiene en todo de repente
y de su negación cobra lo que ama
Es el hombre de zinc que cubre el cielo
para que nadie vea las estrellas
pero deja que pasen las centellas
y la lluvia y el frío del invierno.

Y en el pecado blanco de un cuaderno
numera vencimientos y querellas.
El es legal se roba la existencia
de su propio pecunio cada día
Cuando en el banco deja su conciencia
y la caja de ayer queda vacía.

Ah, si pudiera guardar, el guardaría,
lo que tuvo que dar por su vivencia,
que experiencia tan dulce la experiencia
de romperle al del frente la alcancía.

Es el ciego del oro el que sonríe
con la sonrisa grande iluminada
con la luz del metal
y él cree que es cierto que el
que no tiene, nada vale nada.
Si sabrá de valores que prestaba
la vida le transpira olor a muerto.

Cuando muere un amigo, desespera
No puede ser que él deba morirse
Medio kilo de vida mas no fuera
Si pudiera comprar por no fundirse
Que por ciento darán por no reírse
cuando al cedro y al bronce cuando muera.

Ahí va el ciego del oro por la sombra
que a pleno sol le nace de la mente.
Camina por la estrofa de un mañana
cantada en el silencio de lo ausente.
Y se detiene en todo de repente
y de su negación cobra lo que ama.

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