viernes, 28 de mayo de 2010

La abuela ciega de Abel Ivroud

Sabe andar desde temprano mucho antes de que amanezca
y aprovechando la fresca se entran a mover sus manos
ellas son sus dos vaqueanos, sus dos nobles lazarillos
que le ponen en el trillo neblinozo de su vida
dos antorchas encendidas para sus ojos sin brillo.

Ellas hablan el idioma que entienden las margaritas
y si alguna se marchita, por ella cobran su aroma
inquieta como paloma se mueve en el dia entero
con el mate mañanena, con el trajín de la pieza
o cuando pone la mesa saumada de pan casero.

Conoce la abuela ciega cada rincón de su casa
por donde cantando pasa cuando a su labor se entrega
sabe quien es el que llega aunque el rumor sea escaso
y cuando cae en sus brazos en compartido secreto
reconoce a cada nieto por el ruido de sus pasos.

Quien la viera sin cumplidos cuando amorosa remedia
el dolor de alguna media con el beso de un sursido
si visitas han caído y ceba mate con calma
lo hace andar de palma en palma sin saltear ninguna mano
porque ella ve a sus hermanos con las pupilas del alma.

Tambien se la suele ver algun domingo campero
junto a su fiel compañero cumpliendo con su deber
por esposa y por mujer es orgullo soberano
cuando luce el criollo anciano como un simbolo de aquello
un pañuelo blanco al cuello planchao por sus propias manos.

Abuela ciega que hermoso es el cielo de tus ojos
sin conocer los enojos de este mundo tormentoso
respetando su reposo el Dios de infinito don
le otrogo la bendición que para apreciar lo bello
la luz que le falta a ellos, te brille en el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario